HOLA MIS QUERIDOS AMIGOS

BIENVENIDOS A MI BLOG
ESPERO QUE TODO AQUIEL QUE LO VISITE SALGA SU ESPIRITU FORTALECIDO CON LA GRACIA DE DIOS, QUE SOLO EL, SABE DAR A LOS QUE LO AMAN.
QUE EL BUEN DIOS DE LA PAZ LES BENDIGA!!


SU HERMANA EN CRISTO: TRINI

Datos personales

Mi foto
SOLO UNA MUJER QUE SIGUE A CRISTO MUY DE CERCA, Y AVANZA SOLO CON SU GRACIA.

Seguidores

jueves, 13 de mayo de 2010

BUSCAR A DIOS

BUSCAR A DIOS EN LA PIEDAD *
–Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes...
Estamos cara a cara con Dios. El Señor nos ve y nos escucha en este rato.

El Apóstol Juan cuenta cómo pasó con Jesús una tarde. Fueron él y otro detrás de Jesús, «
y vieron donde vivía y se quedaron con Él».

Según iban pasando el tiempo se encontraría más a gusto con el Señor, hablando de todo, de lo divino y de lo humano.

Un conocido periodista alemán, que había sido un ferviente militante comunista, cuenta que fue decisivo para su conversión la asistencia a una boda.

Allí vio a muchas personas que estaban distraídas, mientras que el sacerdote, los novios y unos pocos más, están metidos en la ceremonia, se les veía muy a gusto conectando con Dios.

Entonces pensó, y lo puso por escrito más tarde: «
me sentí muy sorprendido por las posibilidades que ofrece rezar y meditar».

Es lo mismo que le pasó a Juan aquella tarde junto al Señor, hablando de todo con Jesús.

Descubrir que el Señor está de verdad a junto a nosotros, y que nos escucha, es la clave para estar a gusto con Él y pasar tiempo a su lado. Esto es ser piadosos.

Pero ¿cómo se logra ser realmente piadosos? ¿qué hacer para conectar con el Señor?
Aunque todos tenemos experiencia de momentos en los que se nos hace cuesta arriba. La verdad es que conectar con Dios es sencillo.

Esto me recuerda lo que oí hace poco viendo una exposición del Barroco español. Allí había de todo: inconfundibles Murillos, esculturas de Montañés, el Góngora de Velázquez, las llamativas telas blancas plegadas de Zurbarán…

Tres chicos de unos quince o dieciséis años, estudiantes de un instituto de la ciudad estaban delante de un famoso cuadro de Valdés Leal que representa muy bien la muerte y decían:
que asco, ¿a quién se le ocurre? ¿Por qué nos habrán mandado venir a ver todo esto?

Era evidente que no terminaban en conectar con el arte. Quizá llegar a saber contemplar una obra de arte exija educación y tiempo. Pero contemplar a Dios es sencillo.

Se trata sencillamente de saber que Dios está junto a nosotros, tal como nos lo ha:
Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final del mundo.

Hay que comenzar con un acto de fe: Señor creo que eso que Tú dices es verdad. Creo firmemente que estás aquí.

Se trata de poner nuestra fe en acto. Intentar encender nuestro amor.

San Josemaría, en uno de sus últimos viajes a América, tuvo que encender una vela delante de una imagen. La cerilla se resistía a prenderse, y él, ante esa circunstancia en la que, cualquiera de nosotros hubiera comentado: las cerillas de ahora no son como las de antes, dijo:

–Así nos pasa a nosotros cuando nos resistimos a las gracias que Dios nos da. Hay que tener un poco de paciencia, insistir (seguía intentado que la cerilla prendiese) y ya está.

Es un suceso corriente, pero que pone de manifiesto que la fe le llevaba a San Josemaría a saber que Dios estaba a su lado en todas las circunstancias.

Y que lo nuestro es intentar encender la vela de la oración continuamente. Pero ¿por qué en la práctica nos resulta difícil actuar cómo si Dios estuviera junto a nosotros?

Pienso que la dificultad puede estar en nuestra cabeza, en nuestra imaginación, que está llena de «
sapos».

De esos «
sapos» de los que habla Teresa de Jesús cuando una persona entra en la primera estancia del «castillo» de la oración.

Por eso hay que pedirle ayuda al Señor, y hacer un breve acto de fe: Señor tu estás aquí, y creo «
que me ves, que me oyes» decía San Josemaría.

Él añadía: con cuanta necesidad de mi alma escribí estás palabras, porque tenía necesidad de saber, de reafirmar, que el Señor me oía, y ahí las dejé para siempre, como oración preparatoria.


Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

No está escondido en el sagrario, vigilando como un policía. Está aquí con nosotros, porque es de nuestra familia.

Si hemos de tener presente al Señor en todo lo que hacemos, especialmente conviene hacer este acto de fe en las prácticas de piedad: cuando rezamos el Rosario, cuando hacemos una visita al Santísimo, cuando saludamos rápido al Señor en el sagrario con una genuflexión...

Todos estos actos de piedad se pueden hacer realmente, pero hacerlos sin el Señor, sin tener conciencia viva y real de que estamos tratándole.

Entonces la piedad no sería piedad, sino rutinaria repetición de actos sin vida: como el que está fumando y no se da cuenta de que enciende otro cigarrillo.

Puede ser repetición rutinaria o búsqueda de cumplir: para estar a gusto con uno mismo y estar en paz con Dios: ya he rezado el Rosario, ya me he quitado la lectura espiritual; todavía me queda mucho para terminar los rezos el día de hoy.

En definitiva es hipocresía, si se hace pensando en lo que esperan los demás que yo haga.

Hipocresía es palabra muy fuerte en la actualidad, pero el Señor la emplea mucho con los que cumplen con lo que hay que hacer pero sin vida.

Parece que es muy raro la hipocresía hoy día. Estamos en una cultura de sinceridad, de espontaneidad.

Pero realmente estamos también en una cultura hipócrita, en el sentido de que hay que actuar según lo que esperan los demás de uno.

En algunos ambientes se espera que lleves pantalones caídos (me han dicho alguno que los llevan que son muy molestos, pero que uno acaba acostumbrándose).

En otros ambientes no se puede decir algo políticamente incorrecto. Por ejemplo en una reunión de amigos está mal visto decir, que uno se va a su casa porque lo espera pronto su mujer. Lo tomarían a uno como si estuviera subyugado por su consorte.

Lo nuestro es conectar con Dios, y a rechazar todo lo que sea rutina o apariencia. Cultivar la apariencia nos llena de vacío.

En cambio cultivar la piedad no es cuestión de cumplir algo, o de hacerlo porque nos lo hemos propuesto.

Es posible rezar sin descubrir a Dios y seguir pensando que Dios es algo impersonal y vago. Se pueden hacer oraciones y no tener intimidad con el Señor.

No podemos ir a Misa por costumbre o porque lo tengo que hacer, por obligación
Rezar es conectar con Dios, establecer comunicación, descubrirlo. Rezar no es dirigirse a algo abstracto.

Dios no es una hipótesis filosófica, dice Benedicto XVI; no es algo que “tal vez exista”; sino que nosotros lo conocemos y Él nos conoce a nosotros. Y podemos conocerlo cada vez mejor, si permanecemos en diálogo con Él. Tenemos certeza de Dios aunque calle.

Aquél periodista también alemán, se sorprendía sobre las «posibilidades» de la oración.

Pero no son posibilidades «mágicas». Porque no la oración no es eso.

Efectivamente hay gente que reza como si la oración fuese la lámpara de Aladino, que si la froto se me conceden mis deseos.

La oración sería una lámpara un tanto estropeada, porque a veces funciona estupendamente, y a veces no.

Otros piensan que las «posibilidades» de la oración consisten en un sistema de urgencia, que debe ser empleado sólo en caso de necesidad.

Pero eso no es lo que pensarían Juan y el otro discípulo cuanto estuvieron toda una tarde con el Señor

Lo mismo que no pensamos nosotros así cuando salimos después de haber hecho bien un curso de retiro. Nuestra alma está suave, porque ha pasado mucho tiempo contemplando a Dios.

Así estaba María, no le quitaba ojo. El Niño no habla, pero habla, lo hacía con sus gestos, con su mirada. Se comunica con su Madre que observa todos sus movimientos y escucha cualquier ruido que haga.


Señora alcánzanos la piedad que nos permite ver la presencia de Jesús en el mundo.

BUSCAR A DIOS

BUSCAR A DIOS EN LA PIEDAD *
–Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes...
Estamos cara a cara con Dios. El Señor nos ve y nos escucha en este rato.

El Apóstol Juan cuenta cómo pasó con Jesús una tarde. Fueron él y otro detrás de Jesús, «
y vieron donde vivía y se quedaron con Él».

Según iban pasando el tiempo se encontraría más a gusto con el Señor, hablando de todo, de lo divino y de lo humano.

Un conocido periodista alemán, que había sido un ferviente militante comunista, cuenta que fue decisivo para su conversión la asistencia a una boda.

Allí vio a muchas personas que estaban distraídas, mientras que el sacerdote, los novios y unos pocos más, están metidos en la ceremonia, se les veía muy a gusto conectando con Dios.

Entonces pensó, y lo puso por escrito más tarde: «
me sentí muy sorprendido por las posibilidades que ofrece rezar y meditar».

Es lo mismo que le pasó a Juan aquella tarde junto al Señor, hablando de todo con Jesús.

Descubrir que el Señor está de verdad a junto a nosotros, y que nos escucha, es la clave para estar a gusto con Él y pasar tiempo a su lado. Esto es ser piadosos.

Pero ¿cómo se logra ser realmente piadosos? ¿qué hacer para conectar con el Señor?
Aunque todos tenemos experiencia de momentos en los que se nos hace cuesta arriba. La verdad es que conectar con Dios es sencillo.

Esto me recuerda lo que oí hace poco viendo una exposición del Barroco español. Allí había de todo: inconfundibles Murillos, esculturas de Montañés, el Góngora de Velázquez, las llamativas telas blancas plegadas de Zurbarán…

Tres chicos de unos quince o dieciséis años, estudiantes de un instituto de la ciudad estaban delante de un famoso cuadro de Valdés Leal que representa muy bien la muerte y decían:
que asco, ¿a quién se le ocurre? ¿Por qué nos habrán mandado venir a ver todo esto?

Era evidente que no terminaban en conectar con el arte. Quizá llegar a saber contemplar una obra de arte exija educación y tiempo. Pero contemplar a Dios es sencillo.

Se trata sencillamente de saber que Dios está junto a nosotros, tal como nos lo ha:
Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final del mundo.

Hay que comenzar con un acto de fe: Señor creo que eso que Tú dices es verdad. Creo firmemente que estás aquí.

Se trata de poner nuestra fe en acto. Intentar encender nuestro amor.

San Josemaría, en uno de sus últimos viajes a América, tuvo que encender una vela delante de una imagen. La cerilla se resistía a prenderse, y él, ante esa circunstancia en la que, cualquiera de nosotros hubiera comentado: las cerillas de ahora no son como las de antes, dijo:

–Así nos pasa a nosotros cuando nos resistimos a las gracias que Dios nos da. Hay que tener un poco de paciencia, insistir (seguía intentado que la cerilla prendiese) y ya está.

Es un suceso corriente, pero que pone de manifiesto que la fe le llevaba a San Josemaría a saber que Dios estaba a su lado en todas las circunstancias.

Y que lo nuestro es intentar encender la vela de la oración continuamente. Pero ¿por qué en la práctica nos resulta difícil actuar cómo si Dios estuviera junto a nosotros?

Pienso que la dificultad puede estar en nuestra cabeza, en nuestra imaginación, que está llena de «
sapos».

De esos «
sapos» de los que habla Teresa de Jesús cuando una persona entra en la primera estancia del «castillo» de la oración.

Por eso hay que pedirle ayuda al Señor, y hacer un breve acto de fe: Señor tu estás aquí, y creo «
que me ves, que me oyes» decía San Josemaría.

Él añadía: con cuanta necesidad de mi alma escribí estás palabras, porque tenía necesidad de saber, de reafirmar, que el Señor me oía, y ahí las dejé para siempre, como oración preparatoria.


Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

No está escondido en el sagrario, vigilando como un policía. Está aquí con nosotros, porque es de nuestra familia.

Si hemos de tener presente al Señor en todo lo que hacemos, especialmente conviene hacer este acto de fe en las prácticas de piedad: cuando rezamos el Rosario, cuando hacemos una visita al Santísimo, cuando saludamos rápido al Señor en el sagrario con una genuflexión...

Todos estos actos de piedad se pueden hacer realmente, pero hacerlos sin el Señor, sin tener conciencia viva y real de que estamos tratándole.

Entonces la piedad no sería piedad, sino rutinaria repetición de actos sin vida: como el que está fumando y no se da cuenta de que enciende otro cigarrillo.

Puede ser repetición rutinaria o búsqueda de cumplir: para estar a gusto con uno mismo y estar en paz con Dios: ya he rezado el Rosario, ya me he quitado la lectura espiritual; todavía me queda mucho para terminar los rezos el día de hoy.

En definitiva es hipocresía, si se hace pensando en lo que esperan los demás que yo haga.

Hipocresía es palabra muy fuerte en la actualidad, pero el Señor la emplea mucho con los que cumplen con lo que hay que hacer pero sin vida.

Parece que es muy raro la hipocresía hoy día. Estamos en una cultura de sinceridad, de espontaneidad.

Pero realmente estamos también en una cultura hipócrita, en el sentido de que hay que actuar según lo que esperan los demás de uno.

En algunos ambientes se espera que lleves pantalones caídos (me han dicho alguno que los llevan que son muy molestos, pero que uno acaba acostumbrándose).

En otros ambientes no se puede decir algo políticamente incorrecto. Por ejemplo en una reunión de amigos está mal visto decir, que uno se va a su casa porque lo espera pronto su mujer. Lo tomarían a uno como si estuviera subyugado por su consorte.

Lo nuestro es conectar con Dios, y a rechazar todo lo que sea rutina o apariencia. Cultivar la apariencia nos llena de vacío.

En cambio cultivar la piedad no es cuestión de cumplir algo, o de hacerlo porque nos lo hemos propuesto.

Es posible rezar sin descubrir a Dios y seguir pensando que Dios es algo impersonal y vago. Se pueden hacer oraciones y no tener intimidad con el Señor.

No podemos ir a Misa por costumbre o porque lo tengo que hacer, por obligación
Rezar es conectar con Dios, establecer comunicación, descubrirlo. Rezar no es dirigirse a algo abstracto.

Dios no es una hipótesis filosófica, dice Benedicto XVI; no es algo que “tal vez exista”; sino que nosotros lo conocemos y Él nos conoce a nosotros. Y podemos conocerlo cada vez mejor, si permanecemos en diálogo con Él. Tenemos certeza de Dios aunque calle.

Aquél periodista también alemán, se sorprendía sobre las «posibilidades» de la oración.

Pero no son posibilidades «mágicas». Porque no la oración no es eso.

Efectivamente hay gente que reza como si la oración fuese la lámpara de Aladino, que si la froto se me conceden mis deseos.

La oración sería una lámpara un tanto estropeada, porque a veces funciona estupendamente, y a veces no.

Otros piensan que las «posibilidades» de la oración consisten en un sistema de urgencia, que debe ser empleado sólo en caso de necesidad.

Pero eso no es lo que pensarían Juan y el otro discípulo cuanto estuvieron toda una tarde con el Señor

Lo mismo que no pensamos nosotros así cuando salimos después de haber hecho bien un curso de retiro. Nuestra alma está suave, porque ha pasado mucho tiempo contemplando a Dios.

Así estaba María, no le quitaba ojo. El Niño no habla, pero habla, lo hacía con sus gestos, con su mirada. Se comunica con su Madre que observa todos sus movimientos y escucha cualquier ruido que haga.


Señora alcánzanos la piedad que nos permite ver la presencia de Jesús en el mundo.

sábado, 17 de abril de 2010

LA ORACIÓN

OREMOS LOS DOS


A mi me hizo bien hacer esta oracion .... pruebala, no la dejes pasar asi de largo porque te va ayudar como lo hizo conmigo... besitos...
Quiero junto contigo, hacer esta brevísima oración (juntos tu y yo). La haremos rapidito... Señor mío y Dios mío: Te doy gracias por las noches y los días con los que das con tu sola presencia vida a mi vida, por el alimento seguro que nunca me ha faltado, por haber llegado al final de cada día a reparar mis fuerzas en mi lecho, en mi hogar... Y darte gracias por sobre todo, Señor, por haberme regalado un día, la vida. Bendice Señor a cada uno de mis amigos! Tú sabes Señor cuanto amo a este ser que en este instante está orando junto conmigo gracias a este e-mail, y te pido para ella o el, victoria en todas sus adversidades, barreras; y por aquellas situaciones que por estar a veces alejados de Ti se hacen tan largas y parecen no tener fin. Bendice también sus proyectos, sueños y que la esperanza en tu Infinita Misericordia le recuerde que pase lo que pase, Tú nunca nos abandonas. Amén. Las estrellas no luchan para brillar, los ríos no luchan para fluir, y TÚ nunca tendrás que luchar para sobresalir en la vida, porque TÚ mereces lo mejor. Aférrate a tus sueños y ellos estarán bien contigo....Amén. Los ojos que leen este mensaje no verán el mal. La mano que envía éste mensaje a otros, no trabajará en vano, la boca que dice Amén a ésta oración, reirá por siempre, permanecerá en el amor de Dios. Buenos días. Tu sueño no morirá, tus planes no fallarán, tu destino no será abortado, y el deseo de tu corazón será concedido en el nombre de Jesús. Di una gran Amén y si lo crees, envíalo a tus amigos. El dinero sabrá tu nombre y dirección, antes del fin de este mes. Si lo crees, envíalo de vuelta a tus amigos. Incluyeme. Nadie va al río temprano en la mañana y trae agua sucia. Al levantarte esta mañana, que tu vida sea limpia, calmada y clara, como el agua fresca de la mañana. Que la Gracia del Todopoderoso apoye, sostenga y provea, todas tus necesidades, de acuerdo a Su riqueza en Gloria. Amén. Ten un día maravilloso . La voluntad de Dios nunca te llevara donde la Gracia de Dios no te proteja. Yo veo algo bueno sucediéndote a ti. Algo que has estado esperando experimentar. Este no es un chiste; tu vas a recibir una visita Divina, que moverá tu vida hacia adelante poderosamente, por el trabajo del Poder imparable de Dios. . TÚ eres bendecido más allá de cualquier maledicencia, Amén PD: Pasa ésta oración deprisa, al máximo de personas que conozcas y que pudieran necesitar, así sabrás que en unos instantes, muchas personas estarán orando por ti. y junto a ti Que DIOS, te bendiga

domingo, 4 de abril de 2010

lunes, 29 de marzo de 2010

REFLEXIÓN SOBRE LOS DIAS DE LA SEMANA
PARA ESTE TIEMPO DE CUARESMA.

LUNES

( Día del lavado)
Señor, ayúdame a lavar todo mi egoísmo y vanidad
para que te pueda servir con prfecta humanidad
durante la semana que comienza.

DIA MARTES
( Ddía del planchado)
Señor, ayúdame a planchar todas las arrugas del prejuicio
que he recogido durante los años, para poder ver la belleza
en los más.

DIA MIËRCOLES
( Dia de la costura)
Señor, ayúdame a remendar mi modo de ser,
para que no sea un mal ejemplo para los demás.

DIA JUEVES
( Dïa de la limpieza)
Señor, ayúdame a sacudir el sin número de fallas
que he estado escondiendo en lo recónditos rincones
rincones de mi corazón.

DIA VIERNES
( Día de compras)
Ho Dios, dame la gracia
de comprar sabiamente la felicidad eterna
para mí y todos los que tengan necesidad de amar.

DÍA SÄBADO
( Día del guisado)
Ayúdame Señor, a cocinar una gran olla de amor fraternal
para servirla con el dulce pan de la bondad humana.

DÍA DOMINGO
( Día del Señor)
Ho Dios, he preparado mi casa para tí.
por favor, entra en mi casa como un invitado
muy bien amado para que yo pueda pasar el día y el resto de mi vida
en tu divina presencia.

DIOS BENDIGA A TODO AQUIEL HERMANO QUE LEA ESTA HUMILDE REFLEXIÓN.

domingo, 28 de marzo de 2010

CADA UNO TIENE QUE SER SANTO A SU MANERA

Todavía recuerdo el concierto donde actuaron los tres tenores que antes hemos citado. Me parece que fue en el año 2000.

Aquello sonaba como los ángeles.

Ahora me hace recordar lo que dice uno de los salmos:

–Delante de los ángeles cantaré para ti, Dios mío.

Ojalá dentro de unos años nosotros cantemos la sinfonía de la santidad. La letra la sabemos. Sabemos lo que tenemos que hacer.

Porque el cielo puede compararse con un concierto en el que todos los que están allí interpretan una sinfonía con voces distintas.

¡Qué bien sonaban las voces conjuntadas de aquellos tres tenores! ¡Qué bien suenan las voces de todos los que están en el cielo!

Porque todos los que están en el cielo cantan una misma canción. Han tenido vidas distintas, pero les une la misma partitura.

Todos los que están en el cielo cantan una canción de amor.

También aquí en la tierra, casi todas las canciones que triunfan son canciones de amor. Nada más hay que mirar la lista de las canciones más oídas.

UNA CANCIÓN DE AMOR

Cada uno tiene su tono de voz, un tono de voz inconfundible, su potencia, su timbre.

Por eso, los santos son muy diferentes. Tuvieron una educación distinta, un carácter distinto… sus gustos y aficiones también lo eran. Unos eran del Madrid otros del Barcelona.

NO QUIERAS SER FERFECTO

Dile al Señor: –Hazme santa pero no perfecta.

Hablando con un chico joven, químico, me dijo que él pensaba que la santidad consistía en la perfección... Fue hace unos días, haciendo deporte.

Efectivamente algunos piensan eso. Y luchan por no tener fallos. Sufren por sus defectos.

Piensan que su vida es como una gimnasio donde hay que hacer ejercicio. Como si hubiera que hacer pesas.

Y alcanzar, con esos ejercicios, una meta egoísta.

Precisamente eso es la vigorexia, una enfermedad mental que, a los hombres, les hace estar obsesionado con tener músculo y estar en plena forma.

Si uno vive pensando en no tener fallos, acaba mal de la cabeza. Es lo que los siquiatras llaman el anancástico, el perfeccionista.

Los santos no vivían obsesionados con la perfección, porque eso les hubiera apartado de Dios y hubieran caído en enfermedades mentales.

En uno de estos libros de autoayuda encontré una frase que erróneamente se la atribuyen al Señor. Dice el escritor que Jesús le dijo a sus discípulos.

–Si queréis ser perfectos, nunca me entenderéis.

Evidentemente estas palabras nos la dijo el
Señor, pero la idea es muy aprovechable: Si queréis ser perfectos, nunca me entenderéis.

La voz humana es bonita, y tiene muchos registros, que la hacen muy buena para cantar. Pero no es perfecta.

Gracias a Dios los santos siempre han tenido defectos: murieron con ellos.

Antes hemos hablado de dos tenores españoles que son de los mejores del mundo.

Una historia que quizás pocos conocen, se refiere Plácido Domingo y José Carreras, que se enemistaron por cuestiones políticas desde 1984, y es una pena.

Por lo visto, como actúan en todo el mundo, lo que pusieron como condición en sus contratos que no cantarían nunca juntos.

Esto que pasa en la tierra, no ocurre en el cielo. ¡Qué pena que los cristianos, que queremos hacer el bien, acabemos peleados con otros que también lo quieren hacer!

Todos tenemos defectos, también los cantantes.

TENER DEFECTOS ES HUMANO

Porque lo bonito del timbre humano, del canto humano, no es que sea técnicamente perfecto sino que está lleno de calidez y de una imperfecta belleza.

Si uno quisiera hacer artificialmente una voz perfecta, le saldría una voz fría y poco humana: sería una voz enlatada.
Como la que se escucha en los contestadores automáticos. Que, precisamente por ser demasiado perfecta, te da una sensación rara. No es humana.

Las palabras exactas, textuales, que el Señor dirigió a sus discípulos es que fueran perfectos como su Padre celestial es perfecto.

No les animó a que no tuvieran fallos, como su Padre no los tiene, sino que les dijo: sed perfectos a la manera como mi Padre es perfecto.

En otro punto les aclara la manera cómo su Padre es perfecto: sed misericordiosos como mi Padre es misericordioso.

SER SANTOS ES TENER EL CORAZÓN COMO DIOS

Dios es misericordioso. Él, que está aquí, carga con nuestra miseria. No todas las semanas sino todos los días.
Y esta es la perfección que nosotros hemos de conseguir.

Hacer como nuestro Padre del cielo, que no sólo hace cosas por los buenos sino por todo el mundo. También por los malos.

La razón es porque Él es bueno, porque es misericordioso.

Un santo es el que tiene corazón grande, no mezquino, pequeño.

Y un cristiano tiene que intentar ir por ese camino. Llevar la miseria de los demás, todos los días. Porque así se porta Dios.

No hacer acepción de personas. Este me cae bien, pues le hago caso. Aquella ha hablado mal de mí, la critico.

Los santos son las personas amables, cordiales, que no devuelven mal por mal.

Uno puede tratar bien de vez en cuando a los demás. Para hacer eso basta ser un poco buena persona.

Pero, para devolver bien por mal continuamente hace falta rezar.

En la vida la gente, a veces, rectifica. Antes contábamos la enemistad entre los dos tenores.

Resulta que, en 1987 a Carreras le apareció un enemigo más duro que Plácido Domingo. Le diagnosticaron leucemia. Su lucha contra el cáncer fue muy penosa.

Se sometió a varios tratamientos. Un transplante de médula ósea, un cambio de sangre que le obligaba a viajar una vez al mes a Estados Unidos.

Y, al final del tratamiento, se tuvo que operar sin anestesia porque, si se la ponían corría el riesgo de afectarle a las cuerdas vocales.
Y esto lo hizo porque, aunque fue una tortura lo aguantó porque arriesgarse a perder la voz, para él, José Carreras, hubiera supuesto enterrarlo en vida.

Como era lógico, en estas condiciones no podía trabajar, y a pesar de tener mucho dinero, el tratamiento y los viajes le dejaron casi sin nada.

Cuando ya no pudo pagar, se enteró de la existencia de una fundación, llamada Hermosa, que ayudaba económicamente a personas con esta enfermedad.

Gracias a esa fundación, José Carreras se curó y volvió a cantar.

Lo bonito es que, como agradecimiento, trató de asociarse a la fundación para poder ayudar también él.

Es una forma de rectificar. Porque un cristiano debe responder siempre con el bien, como hace Dios.

En el Silmallirion, una de las obras de Tolkien, que como sabes también es el autor del El Señor de los anillos, se nos relata la creación del mundo por parte de Dios, que allí le da el título del Único.

El Único, para crear al universo, se sirve de otras criaturas.

Y, Tolkien, compara la creación con un concierto en el que todos esos seres superiores intervienen con sus cantos.

Pero hay uno de esos valar, seres superiores, que mientras todos cantan, el quiere ir por libre, desafinando.

Pero Dios utiliza ese desafine para hacer una nueva sinfonía, que es mejor que la anterior, y en la que también intervienen el resto de los valar.

Esto es lo que ha pasado en la vida de José Carreras. Dios de males, saca bienes, si uno rectifica.

Lo que no sabes es que, José Carreras, al leer los estatutos de la fundación para hacerse socio, descubrió que su fundador, mayor colaborador y presidente, era su gran enemigo Plácido Domingo.

Más tarde, se enteró que Plácido Domingo había creado esta entidad para atenderlo a él, precisamente a él.

Y, se había mantenido en el anonimato para que no se sintiera humillado al aceptar la ayuda.

Uno de los momentos más emocionantes fue el encuentro de los dos tenores durante un concierto de Carreras en Madrid.

Entró Plácido Domingo mientras Carreras cantaba.

Lo vio entrar, dejó de cantar, interrumpió su actuación y puesto de rodillas le pidió disculpas, y le agradeció públicamente todo lo que había hecho por él.

Plácido Domingo le ayudó a levantarse, y con un fuerte abrazo sellaron el inicio de una gran amistad.

Pero, ser santo no solo es tener un acto heróico como este, una vez en la vida, sino hacer pequeños actos heróicos todos los días.

Ser santo es cargar con las miserias de los demás. Sus impaciencias, sus malas caras, su falta de puntualidad… Hacer todos los días una fundación hermosa para ellos y terminar dándonos un abrazo.

Esto es el cielo, incluso los enemigos se querrán.

Allí se dieron un abrazo San Esteban y San Pablo. Y San Esteban fue apedreado en la tierra gracias a San Pablo.

En una entrevista a Plácido Domingo, una periodista le preguntó porqué había creado la Fundación Hermosa.

Una Fundación que iba a beneficiar al único artista que podía hacerle competencia con su voz.

Su respuesta fue corta y definitiva: porque no se podía perder una voz como esa.

Tenemos que conseguir, que toda la gente que queremos, vayan al cielo, que sean santos.

Dios nos dice, ahora a mismo, a cada uno: No se puede perder una voz así, la tuya